Alguna influencia en el cambio de orientación de los Planes se debe al Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933 que no llegó a aprobarse formalmente y en el que se observan dos rasgos fundamentales. En primer lugar, su carácter nacional frente a las referencias de las normas creadoras de las CCHH al nivel territorial de cuenca. En segundo lugar, la vinculación entre la planificación y la realización de obras hidráulicas y la consecución de objetivos y políticas económicas nacionales, fundamentalmente agrarias. En este Plan de 1933 se describe con minuciosidad, el trasvase Tajo-Segura que se realizará cuarenta años más tarde.